Sobre jugar al Póker

Minientrada
Love is a losing game

Alfonso Casas. Ilustrador imprescindible.

La Partida de Póker

Te lo voy a contar con una escena. Imagina una partida de Póker.

Todos somos jugadores en alguna ocasión. O en muchas ocasiones. A veces mentimos, vamos de farol, otras apostamos poco a poco, otras nos la jugamos, hacemos all-in, miramos fijamente a los ojos para aventurar el próximo movimiento del contrincante… nos equivocamos, nos adelantamos, apostamos, perdemos o ganamos.

A veces incluso ganamos perdiendo.

O perdemos al ganar.

Se trata de apostar. Cada uno decide la medida en la cual apuesta.

En ocasiones te fijas en el otro para subir o “ver” apuestas. A veces, te ciegas, y sólo te centras en tu mano. Y vas con todo. O decides no ir. O vas de farol.

Se trata de saber cuánto estás dispuesto a apostar. Se trata de saber cuánto estás dispuesto a perder… o a ganar. Por que, a veces, se gana.

No nos damos cuenta, pero en ocasiones, lo que nos importa es más el juego que el ganar en sí.

Incluso puede que ni siquiera queramos ganar. Que nos asuste ganar…. Y yo me pregunto ¿y a quién en su puñetero sano juicio le asusta ganar?

SOMOS IDIOTAS.

Nos comportamos como verdaderos estúpidos. Pero sigo con la partida.

Lo más importante es saber qué tipo de jugador eres y qué tienes escondido en tu mano. ¿Vas a aportar? ¿Vas a subir la apuesta? ¿Sabes retirarte a tiempo?

¿Eres más de all-in o prefieres la prudencia?

¿Vas con la partida o juegas contra ti mismo?

Estos meses me he analizado como “jugadora de Póker”. ¿Qué tipo de jugadora soy?

Pues una muy mala. Nunca voy de farol. Aunque hago trampas y no me gusta perder. Suelo subir las apuestas. Tengo buena mano, pero nunca es suficiente o yo no veo los Ases de mi manga.

En algunas ocasiones me lanzo a un All-IN y muy pocas veces he sido capaz de retirarme a tiempo.

Al final, te cansas.

Voy a seguir jugando, sí. Pues de eso se trata, de seguir lanzando los dados y confiar en tu suerte y en tus ganas.

Sonreiré al mostrar mi mano. Recordando que cada partida y cada contrincante es diferente. Pero ya no voy a invertir el tiempo y esfuerzo en jugar las que no tienen sentido.

En ir subiendo las apuestas para al final seguir perdiendo las partidas, que muchas veces, juego yo sola. Voy a aprender a sonreír, levantarme de la silla y a retirarme a tiempo.

Y como siempre, sin fichas. Por que no sé hacerlo de otra manera, sino yendo con todo.

… Porque si no vas con todo ¿para qué seguir jugando?

… Porque si no vas a ganar ¿para qué seguir apostando?

Sonrío. Dejo las cartas y las fichas sobre la mesa y una vez más, me voy. He vuelto a perder la partida, sí.

Pero no el tiempo.